Ir al contenido

Cuba


Mayra Dominguez

@MayraDo57466678

·

Jul 3

#Cuba

En Cuba el 88% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, más de 80000 familias vive en pisos de tierra. Los cubanos están sobreviviendo al genocidio más largo de la historia, 65 años de tiranía.

ver video:

https://x.com/MayraDo57466678/status/1808624165894647883

----------


𝗖𝘂𝗯𝗮 𝗰𝗼𝗻 𝗛 𝗱𝗲 𝗢𝗿𝘁𝗼𝗴𝗿𝗮𝗳𝗶́𝗮

@CubaOrtografia

#EstampasDeMiCuba - Aunque se haya escrito mil veces, siempre es bueno recordarlo, sobre todo para aquellos que no son cubanos y para los idiotas que tanto alaban a la fallida «Revolución» cubana.


Este ser despreciable, además de censurar, encarcelar y asesinar, llegó robándose y confiscando todas las propiedades existentes en el país, que en su mayoría eran de empresarios cubanos, por mucho que se hayan empeñado en querer mostrar a Cuba como «colonia yanqui».


Desestabilizó toda la región y el continente con la infiltración castrista en esos países, entrenando y armando a grupos terroristas para derrocar gobiernos que no eran de su agrado.


Este ser prohibió la música estadounidense y el idioma inglés.


Prohibió las Navidades, desterró las religiones y expulsó a 136 sacerdotes.


Cerró y expropió sin compensación alguna todos los pequeños negocios que sobrevivieron a la primera redada de «nacionalizaciones», incluidos puestos de frituras, costureras, zapateros, quincallas, bodegueros, etc.


Se reunió con los intelectuales del país para trazar, por voluntad propia y sin consultar a nadie, la llamada «política cultural de la Revolución», que se tradujo en manipulación, lavado de cerebro, adoctrinamiento y censura.


Encerró en las UMAP a los homosexuales, religiosos y desafectos al sistema, obligándolos a realizar trabajos forzados para «enderezarlos».


Decidió que las universidades eran «solo para los revolucionarios» y expulsó de estas a quien tuviera el pelo largo, escuchara música en inglés, hablara de los Estados Unidos, usara pitusas (jeans) o camisas apretadas, mascara chicle o, simplemente, tuviera ideas diferentes.


Reclutó a jóvenes inexpertos para crear brigadas militares, de «trabajo voluntario» y de una supuesta campaña de alfabetización que terminó siendo una tremendísima estafa.


Vendió el país a los soviéticos, les chupó más de 4 mil millones de dólares anuales durante 30 años y lo único que recibió el pueblo cubano fue un poquito más de comida y la promesa interminable de que «ahora sí vamos a construir el socialismo».


Desde la década del 60, incentivó y azuzó el odio, la discriminación, la humillación y la envidia del cubano hacia otro cubano con la creación de los CDR, la cuna de la chivatería caribeña, hasta la llegada del éxodo del Mariel en 1980.


Desterró, separó, desunió y destruyó familias enteras, a las que despojó de sus propiedades, incluso hasta del último blúmer o el último par de medias que poseían, que debían ser inventariados para poder recibir la autorización de salida.


Públicamente y en repetidas ocasiones, calificó a los cubanos emigrados como parásitos, lumpen, escoria, gusanos, a los que luego les lloraba sus dólares cuando la URSS desapareció.


Encarceló a muchos cubanos por poseer dólares, los que luego despenalizó sin conmutar la sentencia de esas personas condenadas anteriormente. 


Prohibió el consumo de carne de res.


Su régimen era más severo con un vendedor de carne o con un matarife de reses que con un violador, un abusador de menores o un homicida. Ir a la cárcel era más fácil si abrías la boca para criticar al sistema que si incendiabas una casa o asesinabas a una persona.


Prohibió que escucháramos a Oscar de León, José Feliciano, Celia Cruz, Willy Chirino, Gloria Estefan, Julio Iglesias, Albita, Mike Porcel, Amaury Gutiérrez, Bebo Valdés, Paquito D'Rivera, Arturo Sandoval, Olga Guillot y muchos otros.


Decidió qué programas ver, qué películas podíamos consumir, qué estaciones de radio escuchar, cuánta leche podíamos tomar, cuántas libras de arroz podíamos tener, cuántas mudas de ropa podíamos comprar, cuántos juguetes los niños podían llevarse a casa, cómo hacernos aprender a escribir y a leer utilizando su nombre y sus frases. Mientras había un discurso kilométrico de él por televisión, encadenada en toda la nación, se paralizaba el país. No había función de cine o carnavales en las celebraciones del 26 de julio hasta tanto él no terminara.


Los ejemplos serían infinitos, inacabables, inauditos, increíbles, irracionales. Si este ser estuviese vivo, no habría permitido el uso de las redes sociales. Le tenía pavor a la libertad de los demás, a que abrieran los ojos y se informaran.


Recuerdo que en 2013, cuando el otro adefesio de Raúl Castro, que lo sucedió en el poder, tomó la decisión —y lean bien— de a) dejarnos entrar a los hoteles en Cuba siendo cubanos, b) autorizar el uso de Internet, c) permitirnos sacar una línea de telefonía móvil y d) eliminar el requisito del permiso de salida, hubo gente que me comentó que «a Raúl le gusta la tecnología», «él es más moderno». Tal era el nivel de imbecilidad y adoctrinamiento de muchos cubanos. 


Pero Fidel Castro será siempre recordado como el mayor hijo de puta del continente y del mundo, en mi opinión, que nos privó de la libertad y de la posibilidad de soñar y prosperar, como venían haciendo las generaciones anteriores a la nuestra. Y los cubanos seremos siempre recordados como los dóciles habitantes idiotizados que nos burlamos de los valientes presos políticos, de los plantados, de los miembros de la Brigada 2506 y de los que gritaron ¡Viva Cristo Rey! cuando las balas caían sobre sus pechos en La Cabaña. Seremos recordados, a pesar de esos intentos por derrocar la tiranía, como los que bajamos la cabeza y montamos sobre nuestros hombros al caudillo, que a medida que avanzaba con el clamor frenético de los veían por sus ojos, nos hundía y aplastaba con su desprecio hacia el cubano de a pie.


https://x.com/CubaOrtografia/status/1807521837070659608